Si hay un sitio por el que tuvo que llegar la suerte a Medellín es el Parque Berrío que en los inicios de la Villa, empezó a “ser frecuentado por personas que, en diferentes juegos, como cartas, ajedrez, dados o monedas querían experimentar la sensación del azar y medir su “suerte”.”

 

Pero además de eso, por allá en los 1823, en la ciudad paisa se tomó el ejemplo de la capital y entonces, como había nacido la lotería bogotana, por la necesidad de tener recursos que fueran destinados a la Beneficencia. Nació en Medellín la lotería. Así se empezó a recoger plata para el mejoramiento de vías, la infraestructura y la educación.

 

Cada 15 días, los sábados, jugaba La de Medellín. Y los loteros, que empezaron a surgir por ese entonces, tenían como plazo esa quincena para vender los billetes y recoger la platica.

 

Ya iba a ajustar el siglo esta ciudad desde que se fundó la lotería y en el transcurso se dio cuenta que el vicio del juego era rentable para todos, menos pa´  los jugadores, fue entonces que en 1973, se inauguró en la única playa que tiene esta ciudad, la avenida, el primer casino oficial: El Caribe.

 

Oficiales o no, este valle, y sobre todo su centro, está lleno de sitios para jugar, apostar, hacer trampa, perder, y si la divina providencia quiere, ganar un poco.